viernes, 22 de junio de 2007

Sargento García: el único milico bueno

Un loco del ritmo. Asi podriamos definir a este francés que ha venido a revolucionar la música mestiza en el viejo continente, de la mano de una mezcla de lo más explosivo del caribe a la que él mismo bautizó como “salsamuffin”. Una fórmula que podría resumirse así: reggae + salsa = bomba!
Es imposible no pensar cuando se lo escucha en como será físicamente: entonces uno ahí se imagina un esmirriado mulato cubano, danzando sin parar y lanzando sus líricas a quién quiera oirlas…pero no. Le Sergent es blanco como la leche, nacido en Paris y con raíces punk. ¿Un segundo Manu? Veamos sus orígenes:

De padres vascos y españoles, y con una parte de su familia en Argelia, primeramente Bruno García (tal es el verdadero nombre de este aventurero), se desempeñó muy jóven en el mítico grupo francés Ludwig Von 88, uno de los faros que iluminó, en los 80, la explosión del rock alternativo galo. Empezaron en 1983, cuando Mano Negra eran todavía Hot Pants; Chihuahua unos principiantes y Les Negresses Vertes, nadie. Hacían punk muy básico, autoproducido y con mucho humor (Sargento cita como referencias a Siniestro Total o La Polla Records, entre otros). Independientes hasta la médula, llegaron a grabar once discos antes de separarse en 1998.
Aún lejos del tejido rítmico latino que caracterizó su sonido solista, los Ludwig si recorrieron los sabios caminos del reggae, como antes lo hicieron otros grupos del palo como los Clash en “Sandinista”.
Con esto a cuestas, parece normal que Bruno, en cuya cabeza ya rondaba el nombre del Sargento, fuera uno de los primeros en cantar raggamuffin en español sobre las atmósferas dub de un DJ. Lo hizo en el colectivo “Bawawa Son Sound System”. El planteamiento, que marcó un paréntesis en la historia de Ludwig, era introducir programaciones cubanas en lugar de los tradicionales de rap (Bruno venía de hacer la producción artística y programación de los raperos “Timide sans complex”).
Finalmente el grupo se disolvió en 1998, pero a esa altura García ya había comenzado a caminar solo, pues un año antes, con motivo del octavo aniversario del programa de radio “Salsamanía”, quiso rendirle homenaje componiendo un tema que, con el mismo titulo del programa, era una explosiva mezcla de punto cubano, salsa y raggamuffin. La acogida que esta canción tuvo en la radio obligó a su autor a componer otros 15 temas, que pronto fueron grabados sin banda y en cassette, y materializados por fin en un flamante disco titulado ¡Que viva el Sargento!, editado par la Indie Crash.
De esta forma, un día repartiendo panfletos a la salida de bares y discotecas para promocionar su disco, se encontró con el promotor de un festival cubano que le dijo "Isaac Delgado quiere que toques con él". "Pero si no tengo banda", replicó el Sargento. "Pues te la armás", zanjó el problema el promotor. Este breve diálogo hizo que el Sargento reúna a una decena de amigos músicos para un show de media hora que lo hizo firmar automáticamente con Virgin... y hasta hoy no paró más!

De sus años punk como guitarrista del grupo de culto Ludwig Von 88, Bruno ha conservado una clara tendencia a dinamitar todo lo que tiene visos de convenciones, costumbres y otros estereotipos de la creación. Después de cuatro álbumes que han cosechado un gran éxito internacional, en los que ha pasado de una música imaginada y producida en su casa con máquinas (“Viva el Sargento”) a grabar con una formación completa de músicos que recuerdan los mejores momentos del sello Fania (“Un Poquito Quemao”, el álbum de su consagración y, sobre todo el elegante “Sin Fronteras”), pasando por una inmersión en las fuentes y los orígenes (Jamaica y Cuba) con la “La Semilla Escondida”, el Sargento García ha vuelto en 2006 con “Máscaras”, un disco que no ha estado a la altura justa de su ascendente carrera musical. El título del álbum, según cuenta el propio Bruno es “Un homenaje a la lucha libre, muy popular en México. Las principales figuras de este deporte llevan una máscaras especiales. Nunca salen en público sin su máscara, algunos incluso son enterrados con ella. Me gusta la estética, el grafismo de estas máscaras. Y, además, es una manera de recordar que, en el fondo, todo el mundo lleva algún tipo de máscara. Que nada es realmente lo que parece.”
Sobre esta última producción, Sergent agrega:“Tenía ganas de tender un puente entre todas las experiencias que había probado en los álbumes anteriores. El hecho de haber estado de gira durante los dos últimos años, tanto con toda la formación como en soundsystem, me ha permitido tocar y viajar por todos los continentes. Y descubrir hasta qué punto existía una música urbana, un sonido de las grandes ciudades que, aunque se basa en tradiciones locales diferentes, contribuye a una onda global y universal. Con este disco quería hacer algo más moderno, más urbano. Utilizar nuevamente las máquinas sin perder este sabor orgánico que aportan los instrumentos tradicionales”.
Y es justamente esto lo que hace que retroceda algunos casilleros. Si bien su prestancia al ritmo sigue intocable, el disco deja ese saborcito como a poco, tomando en cuenta que el sonido de su banda (“Los locos del ritmo”) siempre se ha caracterizado por lo potente y variado de su repertorio. Habrá que seguir escuchándolo para sacarle más el jugo a la papaya…
Por lo pronto éntrenle a “La semilla escondida” y “Un poquito quema'o", que están sabrosísimos. A gozar!


Discografía

“Viva El Sargento” (1997)
“Un Poquito Quema'o” (1999)
“Sin Fronteras” (2001)
“Viva El Sargento” (2003 - Reedición)
“La Semilla Escondida” (2003)
“Best Of” (2004 - DVD + CD)
“Máscaras” (2006)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hace un par de meses estuvo hizo acto de presencia por estos lados, Grande el Sargento!!
Besos. Adry