sábado, 21 de febrero de 2009

Un vagabundo llamado Vázquez



Santiago Vázquez no entra en las generales de la ley. Por lo menos en lo que a música y estetas refiere. Se acomodaría más bien a ese decir poco popular del hombre que está solo y espera.
La afirmación no es caprichosa. Vázquez interactúa con los opuestos que redundan en nuevas incertidumbres y, aunque paradójico, donde nunca está solo es en el escenario: percusionistas, tonos, vientos, vocalistas, variaciones electrónicas. Todo fluye.
Tan ecléctico en los gustos y las influencias artísticas, parece aproximarse a ese solitario aventurero que invade el vacío musical que todos descubrimos tras su partida; la misma amplitud que muestra en las tablas, aquella que "nos pide" en persona que le avisen cuando salga La Bomba en plena siesta de madrugada. En la línea del cómplice macanudo que el noctámbulo sin mañanas busca detrás de una barra.
Como esa anécdota en Ateneo Popular, Vázquez traza una línea tan infinita como ambigua para reescribir su prontuario estético; y siempre en continuo movimiento, reinventando en cada toque lo que acaba de improvisar, que ya es viejo con el próximo acorde.
Multi-instrumentista, 37 años y con más de veinte en la búsqueda musical, del berimbao y la batería al teclado y los vientos, la experiencia lo encuentra como director del ensamble de percusión de los lunes en el Konex; dirigiendo un proyecto paralelo (La Grande) con las coordenadas orquestales de la Bomba pero en trance electrónico; y de la mano, Punch!, donde desgaja el hobby del DJ alternando loops en tiempo real. Todo en base a improvisaciones, ese lugar donde, según convence, "todo se manifiesta y resurgen las influencias de la vida"; mientras prepara la aparición de su cuarto disco como puntal artístico de Puente Celeste, el sucesor de Mañana Domingo.

La Bomba es lunes a las 20 en el Konex, Sarmiento al 3000; igual que Punch!, pero los jueves y desde las diez y media.


La Bomba de Tiempo

Puente Celeste